Seguramente la mayoría de vosotros habréis oído en alguna ocasión cuando habéis enfermado:
- Tómate un vaso de leche con miel que es bueno..O..
- Pues toma una cucharadita de miel por la mañana y verás como estás mejor..
Son dichos de abuelas y madres que siempre nos acompañan pero, ¿de verdad es tan buena la miel?
Si nos paramos a observar su valor nutricional expresamente
podremos ver que la miel contiene por ejemplo una cantidad tan pequeña de nutrientes como las vitaminas que su aporte es básicamente inexistente y que también presenta mayor cantidad de sacarosa que el azúcar común.
La miel también presenta una serie de bacterias conocidas como Costridium botulinum que resultan tóxicas a nuestro intestino si aún no está del todo desarrollado por lo que la recomendación de dar miel a niños muy pequeños no es la más conveniente.
Por otro lado para obtener la miel tal y como la conocemos esta debe sufrir un proceso de deshidratación, en el estómago de la abeja este producto aún virgen es procesado con varios ácidos los cuales son capaces de matar bacterias que en nuestro aparato digestivo no están listas para sobrevivir al paso de estas sustancias que quedan contenidas en la miel.
Por ello puedo decir que es considerada un acidificante lo que quiere decir que después de tomar miel la cantidad de ácidos que introducimos con su ingesta es muy alta, para combatirlo necesitamos calcio, sin embargo la miel apenas nos lo aporta por lo que para neutralizar estas sustancias nuestro organismo deberá acogerse a sus reservas creando un déficit de calcio en dientes e incluso huesos.
Con esta nueva entrada no pretendemos defender que no se deba tomar miel, este alimento también tiene sus beneficios, sin embargo es conveniente que conozcamos los dos extremos de una misma moneda, ya hablemos de alimentos, tratamientos o terapias, a veces las cosas no son solo buenas o malas, tienen de todo un poco, y antes de decidir si queremos o no tomarlas no está mal estar informados.
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