Los motivos por los cuales se desarrolla esta enfermedad pueden ser; aumentos de ácido úrico en la sangre; obesidad; hipertensión arterial; ingesta desmesurada de alimentos precursores del ácido úrico como mariscos; abuso del alcohol. La constante destrucción y formación de células, así como la ingesta de ciertos alimentos producen una determinada cantidad de ácido úrico en sangre que el organismo elimina gracias a la función excretora de los riñones. Cuando esto no sucede, el nivel de ácido úrico aumenta, lo que se traduce en forma de cristales que se depositan en las articulaciones, dando lugar a episodios de dolor agudo.
Entre los signos y síntomas de la gota aguda se encuentran:
- Inicialmente, solo una o algunas articulaciones se ven afectadas. Éstas suelen ser, con mayor frecuencia, las del dedo gordo del pie, la rodilla o el tobillo. Este ataque de gota puede desaparecer en el plazo de unos días pero puede volver de vez en cuando. En términos generales, el dolor suele producirse por la noche y se caracteriza por ser opresivo e incluso insoportable. La articulación afectada se presenta caliente y enrojecida (inflamada) y, por lo general, suele estar sensible e hinchada. Puede producirse fiebre.
- Después del primer ataque de gota, suelen desaparecer también los síntomas, pero muchas personas que sufren esta enfermedad es posible que tengan otro ataque en los 6 o 12 meses posteriores. Algunas personas pueden desarrollar gota crónica, que se denomina artritis gotosa. En cuanto a sus síntomas, están el daño articular y pérdida de movilidad en estas articulaciones y serán más prolongados en el tiempo que los síntomas de la gota aguda.
- Por último, se pueden desarrollar tofos (protuberancias debajo de la piel alrededor de las articulaciones o en lugares como los codos, las puntas de los dedos o las orejas) que, a veces, supuran sustancias blanquecinas, pero sólo en aquellos pacientes que hayan tenido la enfermedad durante muchos años.
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